lunes, 28 de noviembre de 2016

Henna y Mehndi: un breviario cultural

«Amid the eddy of these dream fragments,
Amid the smell of henna and the twanging of the guita,
Amid the waves of air…»
Tagore.*

Lo que se conoce como Henna es una pasta cuyo ingrediente principal son las hojas de Lawsonia spp. Se cree que su uso se remonta al antiguo Egipto, a partir de ahí los comerciantes persas y árabes la propagaron al Medio Oriente llamándola Hannaa´ó Hinna, de donde deriva el actual Henna. En esta región fue adoptada por las culturas oriundas y utilizada como pigmento para decorar la piel, aunque el resto de la planta también fue muy utilizado como medicamento o en la elaboración de perfumes. 1
Probablemente el efecto medicinal propició que la Henna se considerara Baraka, palabra árabe que refiere suerte y bendiciones, de manera que fue incluida en rituales de salud y belleza, por ejemplo: La noche de Henna, en India. En esta ceremonia, realizada en vísperas de una boda, la familia del novio se reúne con la novia para decorar sus manos y pies, con la finalidad de  protegerlas contra el mal de ojo, además de desearles buena fortuna, amor y fertilidad en su matrimonio. 1 Por su parte los primeros cristianos en Israel la usaban como símbolo de fertilidad, mientras que las mujeres musulmanas la usaban para teñir su cabello y las puntas de los dedos cada que se daban un baño. 1,2
Debido a la costumbre de atribuirle cualidades alegres a la Henna, en algunas culturas se prohíbe su uso durante el Luto o funerales. Pero esta regla no aplica al difunto, pues de hecho, se usó para disimular los olores de la descomposición del cadáver, e, incluso, en ciertos grupos Islámicos, se llegó a pensar que la decoración con Henna en la frente de los muertos, hacía a éstos más agradables frente a los ángeles, de manera que se aseguraba su entrada al cielo.

Mehndi y arte corporal.
Aunque la palabra Mehndi se ha asociado a los dibujos que se trazan en manos y pies, en realidad no hay evidencia suficiente para corroborar que esto sea correcto, de hecho Mehndi significa Mirto, un arbusto parecido al Lawsonia spp. El término hace alusión al parecido entre ambos, lo cual explica por qué se usa indistintamente tanto para el arte corporal como para los perfumes o aceites que se obtienen a partir de esta planta. 2
Respecto al arte corporal poco se sabe. Por lo pronto una de las costumbres más comunes, hasta la fecha, es la de sumergir los dedos de las manos en una solución de Henna, esta decoración puede ser utilizada en un día cualquiera, o para una boda, indistintamente.  De los trazos como tal no puede asegurarse ningún simbolismo, las mujeres los usan simplemente de acuerdo a su gusto; si bien cada cultura tiene su propio estilo es usual encontrar flores de cuatro pétalos, o la flor de loto, como base del diseño, o bien, representar piezas de joyería como brazaletes, pulseras,  anillos… entre otros. 2 Debido a que las palmas de las manos se relacionan con apertura y los dorsos con protección, se suele dibujar en ambas partes, como símbolo de equilibrio.3
El arte corporal con Henna, como cualquier otro tipo de arte, no tiene límites. Tan es así que ha sobrevivido ya cientos de años, dándose a conocer en más regiones del mundo cada vez. En Occidente, a finales del siglo XX, algunos artistas, como Madonna, comenzaron a portar intrincados diseños de este estilo, explotando su popularidad.   
Como a veces pasa, el exceso de información es desinformación, en este caso ya sabemos que no es lo mismo Henna que Mehndi; que Mehndi es un término que comparten plantas, perfumes y dibujos, y que los “tatuajes con Henna” no son exclusivos de la cultura Hindú (dicho sea de paso, tampoco son propiamente tatuajes, pero ese es otro tema).




1. Mary Packard. 2012. Henna Sourcebook: Over 1,000 traditional designs and modern interpretations for body decorating. Race Point Publishing. 224pp
2. Marie Anakee Miczak.  2001. Henna's Secret History: The History, Mystery & Folklore of Henna. iUniverse. 326 pp.

3.  Loretta Roome. 2014. Mehndi: The Timeless Art of Henna Painting. St. Martin's Griffin. 176 pp

lunes, 15 de agosto de 2016

Obesidad

¿Qué es? Y ¿Por qué es importante?
En los últimos años el tema de la salud física ha recobrado vital importancia, de hecho, al entrar en el siglo XXI ya se empezaba a alzar la voz previniendo contra los trastornos alimenticios, con lo cual rechazábamos las figuras extremadamente delgadas y promovíamos contornos más reales, el orgullo de las curvas.  Sin embargo no pasó mucho tiempo para que se hablara de moderación, ya que, si bien es recomendable sentirse cómodo en el cuerpo que le tocó, es igualmente esperado reconocer que lo más importante no es la estética: es la salud. Un cuerpo sano es aquel que se ejercita regularmente y que se alimenta de manera balanceada, evitando el extremo delgado y su opuesto: la obesidad.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, define la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa corporal que puede ser perjudicial para la salud. El parámetro de lo que se entiende como anormal o excesivo está dado por las medidas de cintura y por el IMC, índice de masa corporal, que no es más que la relación entre la altura de una persona y su peso. Para calcularlo hay que dividir el peso de una persona en kilos  entre el cuadrado de su talla en metros: kg/m2. La fórmula pudiera parecer aparatosa, pero proporciona una medida objetiva e independiente del sexo y la edad de los pacientes. Para la OMS, la obesidad se presenta a partir de un IMC de 30, 7.5  puntos por encima del 22.5 que se considera saludable.
¿Cómo es que el IMC de una persona llega a 30? Aunque el aumento en el IMC puede estar asociado a problemas genéticos u enfermedades de varias índoles, la causa fundamental es, y ha sido, el desequilibrio entre calorías consumidas y calorías gastadas, mismo que se ha incrementado últimamente gracias a los cambios en la dieta (ahora alta en grasas, sales y azúcares) aunados a la disminución de la actividad física y el estilo de vida predominantemente sedentario.
Según datos de la OMS, la prevalencia mundial de la obesidad en 1980 era la mitad de lo que se alcanzó en 2014, año en el cual 13% de la población mundial presentaba ese padecimiento. Lo más alarmante es que estas cifras rebasan las correspondientes a las de la muerte por insuficiencia ponderal (delgadez extrema), y, peor aún, aunque antes se consideraba que el sobrepeso era un padecimiento propio de las clases con mayores recursos económicos, ahora no es exclusivo a este grupo, pues se ha observado que en estratos con menos posibilidades adquisitivas la mala nutrición también ocasiona obesidad. El sobrepeso y obesidad afectan principalmente a hombres entre los 60-70, así como a las mujeres alrededor de los 30-39 años.
Un Índice de masa corporal elevado es un factor importantísimo de riesgo de adquirir enfermedades tales como la diabetes tipo II, enfermedades coronarias, cardiopatías, accidente cerebro-vascular, presión arterial alta, dislipidemias, osteoartritis, enfermedades de hígado o vesícula, apnea del sueño, menstruación anómala y ciertos tipos de cáncer que atacan principalmente endometrio, mamas y colon. Así, causa la muerte de 2.8 millones de adultos por año, según el foro económico mundial.
Debido a lo anterior, la OMS ha tomado cartas en el asunto exhortando a los interesados para actuar en distintos niveles, ya sea mundial, regional, local o personal, con el objetivo de mejorar los hábitos de alimentación y de actividad física.
El caso en particular de México es importante ya que es el país en el primer lugar de obesidad y sobrepeso mundial, con 70% de los adultos padeciendo alguna de dichas condiciones, según el Instituto Nacional de Salud Publica de México (INSP).  Por su parte, Juan Rivera, director del centro de investigación en salud y nutrición del dicho instituto, menciona que la obesidad le costó a la economía mexicana unos 5,500 millones de dólares (mdd) estimados en 2008, y, que de no abordarse el problema, la cifra podría alcanzar los 12,500 mdd para 2017.

¿Por qué no todas las personas desarrollan sobrepeso u obesidad?
¿Tenemos la misma propensión a la obesidad? La respuesta es no. El cuerpo humano está programado para adaptarse a periodos de escasez o abundancia de alimento, de esta manera, por ejemplo, cuando un bebé se desarrolla en el vientre de una madre mal alimentada, el cuerpo de dicho bebé se adaptará a la escasez mediante mecanismos de almacenamiento, por lo tanto, al crecer, será más propenso a la obesidad que una persona cuyo desarrollo prenatal involucró una buena nutrición. Otro ejemplo lo propone el científico británico David Barker, quien observó que un grupo de recién nacidos de bajo peso, presentaron obesidad, diabetes, e hipertensión en su vida adulta. Según Barker esto se  debe a un mecanismo de jerarquización de funciones del cuerpo humano: los requerimientos energéticos se minimizan por dar prioridad al crecimiento encefálico por encima del muscular y renal. En otras palabras lo que ocurre es que, el cuerpo, acostumbrado a la falta de nutrientes, se prepara para aprovechar lo más que pueda en el momento en que sea alimentado, además de no gastar energía que “no tiene”; como resultado de esto se da la acumulación excesiva de grasa que conlleva a la obesidad, y las alteraciones metabólicas (es decir, malfuncionamiento de los procesos químicos y biológicos que ocurren en el cuerpo humano) que dan como resultado tanto la diabetes, como el resto de las enfermedades asociadas (comorbilidades).
En este sentido, es evidente que existen mecanismos moleculares y celulares que controlan la regulación del consumo y uso de la energía en un individuo así como algunos genes que participan promoviendo la acumulación de grasa y la consecuente obesidad, al igual que las patologías relacionadas con el exceso de grasa corporal. Así mismo, la obesidad puede presentarse con diferentes fenotipos (la expresión genética visible), tales como: obesidad mórbida, obesidad abdominal, obesidad de inicio temprano y obesidad ginoide (que afecta sólo a las mujeres).
Aunque en ciertos casos la obesidad se presenta como resultado de la expresión de un solo gen, (obesidad monogenética), también puede presentarse como parte de un síndrome (obesidad sindromática), por ejemplo en el caso de los individuos con Prader-willi o Bardet-Biedl, entre otros; sin embargo, lo más común es  que sea producida por la expresión de varios genes (polimorfismos genéticos) en interacción con el ambiente.
Los genes polimórficos que favorecen la obesidad, están relacionados a las señales de hambre y saciedad, así como en genes involucrados en el metabolismo y en el gasto energético. Se cree que, aproximadamente 35% de la variabilidad del IMC es heredada.
Es importante mencionar que existe un paso trasgeneracional es decir, una posibilidad de adquirir un fenotipo fisiológico X, y que éste sea transmitido a las siguientes generaciones, a pesar de que éstas no hayan sido directamente expuestas al ambiente negativo.

¿Quiénes engordan más? Predisposición genética y variantes étnicas.
A nivel mundial existe una diferencia genérica, pues las mujeres presentan la mayor tasa de obesidad mientras que los hombres de sobrepeso. A este respecto se ha argumentado que, además de componentes genéticos, las mujeres tienden a acumular peso con cada embarazo, sobre todo en los estratos económicos más afectados por la carencia. Además se ha observado una relación entre obesidad y etnia, pues entre la población negra existen más mujeres obesas que entre la caucásica; los hombres caucásicos y negros no difieren mucho respecto a la prevalencia de obesidad.
En el caso particular de México, la población comparte ciertos genes que la hacen propensa al sobrepeso, entre ellos se encuentran genes ahorradores (de energía) y mayor frecuencia de intolerancia a la glucosa, a diferencia de otros grupos étnicos.
No obstante, al momento de realizar estudios de aumento de peso en individuos de peso normal, y con características similares, sorprende la gran diferencia, no sólo del aumento de peso, también del tiempo que cada individuo tarda en perderlo, así como la posibilidad de ganar peso extra en el futuro (efecto rebote). Es por ello que se reconoció la importancia y la influencia de ciertos componentes ajenos a la biología de las personas, es decir, factores ambientales. Entre estos se encuentran:
·         Dieta: la alimentación es, con toda razón, uno de los primeros factores en que se piensa al mencionar sobrepeso y obesidad. Cada cultura ha crecido en torno a una determinada dieta, e incluso a determinado producto alimenticio particularmente popular; en el caso de México la tortilla de maíz es una de las principales fuentes de energía y proteínas, por ejemplo. Actualmente, la dieta del mexicano promedio está influenciada por las tendencias alimenticias globales que involucran comida de preparación rápida, que no implique grandes esfuerzos o tiempos antes de ser servida; por otro lado están los alimentos chatarra, cuya calidad está muy por debajo de lo recomendable pero constituyen una fuente económicamente accesible; así mismo cabe recalcar la presencia de productos “light” (bajos en grasas o azúcares) que promueven abusos en el resto de los alimentos.
·         Ejercicio: otro factor importantísimo a considerar es la actividad física, para el CDC cualquier actividad con esfuerzo de moderado a alto es relevante para la salud, sin embargo, cabe aclarar que el grado de beneficio de dichas actividades está dado en relación al tipo, intensidad, frecuencia y duración de la misma. Para ésta entidad lo mejor sería realizar 150-250 minutos de cualquier actividad moderada o intensa a la semana, lo cual equivale a cerca de 20-45 minutos al día; actividad vigorosa 75 minutos a la semana; o una combinación de ambas.
·         Sedentarismo: o falta de actividad física frecuente. El estilo de vida sedentario ha ido en incremento en los últimos años gracias a las facilidades emergentes en urbanización y tecnología. El ritmo de vida también va en aumento, robando tiempo a los deportes u actividades aeróbicas, forzando a gran parte de la población a utilizar transporte motorizado a la par de emplear el tiempo libre en actividades con un esfuerzo físico sutil, como ver televisión o pasar tiempo en la computadora. En México se estima que una persona común ve la televisión, en promedio, 3.2 horas al día. Por esta razón ya se han implementado algunos programas que promueven el ejercicio enfocados en la mejora de instalaciones deportivas, ciclo pistas, parques, espacios verdes, etc.
·         Hábitos y psicología: desde una perspectiva conductual, el sujeto obeso, o en riesgo de, será aquel que carezca de estructura en sus hábitos alimenticios, lo cual conduce a sensaciones de hambre o saciedad  inadecuadas; así mismo, se encuentran en alto riesgo de padecer exceso de grasa los individuos que coman por ansiedad, etc. Pese a que no se sabe si un problema psicológico precede a la obesidad o viceversa, sí queda claro que existe cierta reciprocidad, pues se ha encontrado que, la gran  mayoría de los pacientes obesos sufren problemas de autoestima, mismo que es fuerte detonador de otras condiciones como depresión y ansiedad, que a su vez, se presentan en este tipo de personas comúnmente.
Como podemos ver, el ambiente es un factor determinante para la detonación de la obesidad, pues así como se promueven estilos de vida saludables, es posible estar inmersos en estilos que sean todo lo opuesto.

La cuestión social en México como factor de predisposición a la obesidad.
La develación de México como primer nivel mundial en obesidad permitió hablar del tema abiertamente, ya no era sólo una opción sino toda una obligación reconocer el problema y proponer soluciones, sin embargo, para que estas soluciones sean realmente efectivas hay que preguntarse primero ¿Cuáles fueron las situaciones que llevaron a México a las circunstancias actuales?
Como se mencionó anteriormente las etnias mesoamericanas presentan genes que predisponen al sobrepeso u obesidad, esto se ha corroborado en estudios donde la población latina-hispana exhibe una mayor prevalencia de exceso de grasa frente a otros grupos. Sin embargo, como también se hizo mención previamente, la obesidad es un problema multifactorial, y gran parte de los factores que lo detonan no son genéticos, sino ambientales.
En este sentido se ha encontrado un cambio general en los patrones de alimentación entre la población mexicana: estudios del INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática), entre 1984 y 1988, analizaron los cambios en la media de compra de alimentos por adulto encontrando que se disminuyó la cantidad de frutas, verduras, lácteos y carnes compradas, a la par que aumentó el consumo de alimentos altos en carbohidratos refinados, azúcares y refrescos. Los últimos pueden aportar hasta el 20 a 22% del total de energía recomendada en la dieta para grupos de edad distintos.
Así mismo se ha reducido el tiempo de actividad física, y pese a la escaza información correspondiente a la frecuencia de actividad física en los mexicanos, se estima que la población de entre 9-16 años pasa en promedio 4.1 hrs al día viendo televisión o jugando videojuegos, en contraste con el promedio de 1.8hrs de ejercicio diario. De esto cabe resaltar que existe una diferencia importante entre el tiempo de actividad física de los niños y el de las niñas, siendo los niños quienes dedican más tiempo en actividades físicas. Estudios de la Ensanut-2006 arrojan que las horas frente a televisión, o el tiempo dedicado a cualquier otra actividad sedentaria, se encuentran asociados directamente al sobrepeso u obesidad. Es decir, cuanto mayor sea el tiempo dedicado al sedentarismo, mayor será el riesgo de acumular grasa extra, y, por el contrario, mientras más tiempo se dedique a la actividad física, moderada o vigorosa, menor será el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.
Aquí conviene hacer un alto y replantearse la pregunta inicial de las circunstancias particulares de México, pues la obesidad es un problema a nivel mundial, otras etnias presentan predisposición a la acumulación de grasa corporal y, por último, muchas otras personas llevan estilos de vida que implican un desbalance energético. Entonces ¿por qué México, y no otro país, es el primer lugar mundial en obesidad?
Pues bien, en México convergen ciertos factores sociales que contribuyen a esta pandemia: la distribución no equitativa de dinero, poder y recursos. En México abundan los llamados “desiertos alimenticios” regiones donde escasean los alimentos nutritivos, o bien, existe cierto desequilibrio energético. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que en las zonas rurales del país hay desabasto de frutas y verduras, pero es posible conseguir alimentos con alto contenido energético a lo largo de todo el año. Aunado a lo anterior, se ha observado un aumento en el tamaño promedio de las porciones de cada comida, mismo que ha sido alentado por las cadenas de comida rápida, en las que facilitan el acceso a comida de baja calidad nutricional, alta en grasas y carbohidratos, y que ofrece un rápido efecto de saciedad a costos relativamente bajos.
Lo anterior, junto con el predominante sedentarismo, es lo que ha llevado a México a ser el primer lugar en obesidad. Es alarmante pensar que el costo de esta condición podría ascender a 12,500 mdd para 2017, como se mencionó anteriormente. Para evitar llegar a esto entidades gubernamentales han lanzado diferentes campañas que promueven una nutrición sana, actividad física y monitoreo constante de peso y medidas.
Pensemos que si bien, el costo a nivel federal nos involucra a todos, quienes estén relacionados directamente con esta enfermedad, ya sea por padecerla o ser cercanos a alguien que lo haga, sufrirán el reflejo de estos costos mucho más de cerca. Sin embargo, la principal razón para evitar llegar a esos extremos, sigue siendo una cuestión de salud.

Analizando de cerca las consecuencias de ser obeso.
Gracias a lo expuesto previamente queda claro que la obesidad es un problema que va más allá de la vanidad y los estándares de belleza. El exceso de grasa corporal, a manera técnica, indica sobrepoblación de adipocitos, que son las células que se encargan de almacenar las grasas que no hayan sido utilizadas por el metabolismo, y esperar señales del sistema endócrino para su consumo que no sólo implica producción de energía, las grasas también sirven como aislante térmico, o como recubrimiento celular (en las neuronas, por ejemplo, existe una capa grasa que cubre las prolongaciones que ayudan a que estas se comuniquen entre sí, esta función es importantísima para el óptimo desempeño del encéfalo), entre otros. Esto quiere decir que el consumo de grasas en el cuerpo involucra a este en su totalidad, por lo tanto, un desequilibrio en la cantidad de los ácidos grasos se traduce en cantidad de enfermedades y complicaciones. De entre todas estas complicaciones se destacan las mencionadas en la introducción, y se desarrollan a continuación.
Diabetes: la obesidad está asociada a la resistencia a la insulina, que es la hormona encargada de llevar los carbohidratos (azúcares) a los lugares donde serán consumidos. La resistencia a la insulina, ocasiona, entre otras cosas, que los niveles de azúcar en sangre se eleven. Es decir, dado que la insulina es una hormona que acarrea las diminutas partículas de carbohidratos a diferentes partes del cuerpo, una resistencia a la insulina implica que ahora se necesitarán más moléculas de ésta para cumplir con las funciones de siempre, por lo que los azúcares se quedan en el torrente sanguíneo “esperando” a ser utilizados.
Si los azúcares son el primer recurso del cuerpo para obtener energía, mientras más disponibilidad en sangre haya de estos, menos recurrirá a las reservas (grasas). De manera que la resistencia a la insulina también promueve el aumento de diferentes tipos de ácidos grasos, tales como las Lipoproteínas de Muy Baja Densidad, conocidas como VLDL por las siglas en inglés para “Very Low Density Lipoprotein”; así mismo existen las HDL, High Density Lipoprotein, o Lipoproteínas de Alta Densidad, en español. Y, por otra parte los famosísimos triglicéridos. La alta producción de VLDL incrementa a su vez los triglicéridos y/o las LDL en sangre.
Dislipidemias: se refiere al aumento en los ácidos grasos ya mencionados, con lo cual aumenta el riesgo cardiovascular, pues las LDL, pequeñas, persisten en el plasma sanguíneo por largos periodos de tiempo, durante los cuales, poco a poco, crece la posibilidad de formar placas de ateroma, mismas que pueden llegar a provocar una cardiopatía isquémica.
Trastornos de sueño: aún no se ha establecido la relación entre sobrepeso y disminución de sueño,  no se sabe si la disminución en las horas de sueño es un factor de riesgo para padecer obesidad o viceversa, pero queda claro que a mayor grasa corporal, menos horas de sueño. La falta de sueño tiene sus propias consecuencias, entre ellas se han encontrado un aumento a la resistencia a insulina, entre otros.
Apnea/Hipoapnea obstructiva del sueño: ocurre cuando se bloquea intermitentemente la vía aérea superior (Tráquea, Laringe, Bronquios), interrumpiendo el flujo del aire y alterando la calidad del sueño. Este síndrome ha sido asociado a obesidad y presuntamente la relación se encuentra en el exceso de tejido adiposo que recubre los mencionados órganos.
Enfermedad pulmonar: mecánicamente, la distensión de las vísceras digestivas obstaculiza el movimiento de los pulmones. Por otra parte, también existe una pérdida en la capacidad de distención de la pared torácica. Todo esto altera el intercambio de gases, formando lo que se conoce como Hipoventilación Alveolar del Obeso (HAO), así como el síndrome de Pickwick, y, finalmente, estudios recientes están encontrando una relación entre asma y obesidad principalmente en mujeres.
Hipertensión: el tejido adiposo excesivo promueve un aumento en la neovascularización (formación de vasos sanguíneos extra), de manera que se aumenta la cantidad de sangre circulante, es decir, aumenta el “volumen intravascular”, sometiendo al corazón a un trabajo mucho mayor que de costumbre. Esta condición no es sólo preocupante en sí misma, ya que también es uno de los factores de riesgo más importantes para otras alteraciones cardiovasculares como insuficiencia cardiaca, ictus, o problemas renales.
Osteoartritis: aunque se reconoce la relación entre esta patología y obesidad, aún no quedan claros los medios por los cuales ocurre, sin embargo se cree que puede deberse a la presión que causa el sobrepeso sobre una o varias articulaciones; así mismo es posible que los cambios metabólicos inducidos por el exceso de grasa contribuyan a cambios en la densidad ósea; por último, los componentes de la dieta de una persona obesa pudieran dañar hueso, cartílago y otras estructuras del sistema músculo esquelético.
Cáncer: Entre los diferentes tipos de cáncer que se han relacionado al sobrepeso u obesidad están: cáncer de mama, endometrio, esófago, páncreas, vesícula, estómago, colon, y riñón. El punto de convergencia de estos tipos de cáncer y obesidad, parece ser el hipermetabolismo resultante de esta condición, pues éste favorece la proliferación celular. De hecho, se ha demostrado que la misma resistencia a insulina aumenta las hormonas sexuales, promoviendo los cánceres de etiología hormonal.
Pese a que es difícil establecer los factores exactos que relacionan obesidad con cáncer de cierto tipo celular, se ha observado que, en los casos de cáncer de colon y mama, principalmente, el factor de riesgo no es precisamente el IMC, sino la circunferencia de la cintura y cadera, lo cual implica que una persona con IMC normal o casi normal, también está en riesgo de desarrollar este tipo de cáncer si sus medidas de abdomen pasan el límite recomendado. En cuanto a la vesícula, se ha observado que la obesidad influye en el riesgo de colelitiasis, misma que a su vez aumenta el riesgo de inflamación crónica, aumentando así el riesgo de cáncer de vías biliares. 

La obesidad mórbida y los diferentes tratamientos para contrarrestar el exceso de peso
Se define con este término al tipo de obesidad que compromete la vida a corto plazo, el diagnóstico es in IMC mayor a 40, o un peso que doble o sobre pase el doble del peso recomendado.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) en 2012, el 32.4% de la población adulta en México ya padecía obesidad, y de estos 7.3% presentaban obesidad grado II y 3.0% grado III o mórbida. El gran problema es que ésta es una enfermedad de tratamiento complicado, pues quienes la sufren presentan problemas psicológicos y de movilidad, por lo que más allá de dietas y ejercicio, se necesita intervención quirúrgica.

Además de todo lo dicho previamente, algunos estudios han revelado que los sujetos que hayan padecido sobrepeso u obesidad en su infancia, tendrán mayor probabilidad de tener problemas de peso en su adultez, o peor aún, aquellos que para su adolescencia permanezcan obesos tienen un 90% de probabilidad de quedarse así. Es por esto que el problema de la obesidad requiere atención inmediata e intensiva, pues definitivamente es un problema de salud que puede agravarse si no hacernos algo por detenerlo.
En el ámbito internacional se ha dado a la obesidad un enfoque económico, pues de esta manera se urge a las entidades interesadas a intervenir en la prevención, control, y seguimiento de las enfermedades crónicas relacionadas a la obesidad, así como a la obesidad misma. El caso de México no es particularmente distinto, ya la revista Forbes habló de los millones de dólares que éste problema podría costarnos en 2017. Sin embargo, tanto en México, como en el resto de los países más afectados, hay ciertos factores que obstaculizan las metas en relación al peso saludable: en primer lugar existe un problema de información, las personas no saben bien lo que consumen y esto se debe principalmente a la publicidad engañosa de los productos alimenticios, así como a la complejidad de la información a la que tienen acceso; por otro lado, los individuos suelen pasar por alto los riesgos así como las consecuencias económicas y de salud de sus decisiones respecto a su alimentación, ejercicio y peso.
Para mermar esta situación en México se han propuesto acciones tales como: establecer lineamientos para el control de los alimentos y bebidas en venta en las escuelas de educación básica a nivel nacional; regular el etiquetado de productos; ejecutar programas como el de “5 Pasos por tu Salud”, así como los programas de los servicios de salud pública (PrevenIMSS, PrevenISSSTE, Consulta Segura y Unemes para individuos de alto riesgo) que están enfocados en la detección oportuna y posterior control de la obesidad y sus comorbilidades.









Referencias
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Fundación Mídete. Obtenido de: http://www.fundacionmidete.com/obesidad-morbida/ última vez consultado Junio 2016.
Lanzarini E. et al. (2012) Hiperobesidad y obesidad mórbida: estudio comparativo. Revista Chilena de Cirujía. Vol 64. 233-237p. Obtenido de: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-40262012000300003&script=sci_arttext última vez consultado Junio 2016.
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Obesidad, un problema de 5500mdd para México. Forbes México. Obtenido de: http://www.forbes.com.mx/obesidad-un-problema-de-5500-mdd-para-mexico/ última vez consultado Junio/2016
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Peña Ayala, A. & Fernández López J. C. (2007). Prevalencia y factores de riesgo de la osteoartritis. Reumatología Clínica. Vol 3. 121-180p. Obtenido de: http://www.reumatologiaclinica.org/es/prevalencia-factores-riesgo-osteoartritis/articulo/13111157/  última vez consultado Junio/2016
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Rivera Dommarco et al. (s.f) Obesidad en México: recomendaciones para una política de Estado. Academia Nacional de Medicina.

Soto Monge T. & Lagos Sánchez E. (2009). Obesidad y cáncer: un enfoque epidemiológico. Revista Médica de Costa Rica y Centro América. Vol 587. 27-32p. 

martes, 7 de junio de 2016

De el caso Harambe

Al respecto de la tragedia ocurrida en el zoológico de Cincinatti el pasado 28/05, me han surgido cantidad interminable de preguntas. Vengo aquí a madurar mi opinión porque no me queda claro ni siquiera qué es lo que debería pensar. A diferencia de los cuidadores del zoológico, yo no creo que fuera necesario decidir entre la vida de uno u otro de los involucrados. La decisión se tomó y no me habría gustado estar en el lugar de quienes la tomaron pues quiero pensar que lo hicieron lo mejor que pudieron y con las mejores intenciones, pero van a cargar con la muerte de un animal por el resto de sus vidas. Y no lo digo en el tenor ambientalista defensor radical de los animales, creo que cuando uno se cuestiona el hecho de que hayan disparado al gorila para salvar al niño no quiere decir que consideremos más importante la vida del gorila, de hecho, me parece que quienes planteamos esa cuestión es sólo porque reconocemos el valor de la vida de Harambe y vale la pena preguntarse ¿por qué no salvar a Harambe? Independientemente del peligro en que pudo o no estar el niño, sólo por cuestionar los valores antropocéntricos, para ver si logramos reconocer la importancia de la vida de un gorila o mejor poner en entredicho por qué los hombres nos sentimos con el derecho de decidir acerca de la vida del resto de las especies.
El gorila occidental de tierras bajas es una especie en peligro de extinción ya que existen menos de 170.000 en el mundo, de los cuales 765 están en zoológicos. Cuando se habla de especies en peligro la idea subyacente es que cada individuo cuenta, así que ¿por qué no dormir a Harambe? El personal del zoológico, así como otros famosos protectores de animales, sostienen que no existen fármacos anestésicos para carnívoros en el mundo que permitan dormir a un animal en menos de cuatro minutos…habrá que suponer que además, por alguna razón, no pudieran disparar más de un dardo para que el efecto fuera más rápido. De cualquier forma, según el comunicado de la dirección del zoológico, la primera acción que se tomó fue intentar distraer a Harambe, que es lo que dicta el protocolo de emergencias, sin embargo resaltan que ante dicho llamado sólo acudieron las hembras, mas no Harambe, quien incluso se agitaba cada vez más en respuesta al bullicio de los observadores.
Es importante considerar que Harambe pesaba cerca de 200 kilos, razón por la cual, pese a que no presenta una naturaleza agresiva, estos gorilas son considerados mamíferos de clase 1, es decir, la clase más peligrosa en el reino animal. Además la labor de Harambe es la de proteger al grupo y hariá cualquier cosa para llevarla a cabo. A este respecto dice la zoóloga Amanda O’Donoughe, “He visto el video de Harambe y el niño una y otra vez. La postura del gorila y sus labios apretados es señal de agitación –señal de que estaba estresado. Cuando un gorila se para tenso en sus nudillos, con los hombros altos y los labios apretados, está listo para intimidar a quien seaes probable que Harambe no se separara del niño sin hacerle daño, aclaro que esto es simplemente por su tamaño y fuerza, no por un intento malvado... Los tranquilizantes parecían una buena opción, aunque no los utilizaron por dos razones: primero, habrían tardado mucho en hacer efecto y en ese tiempo pudo  lastimar al niño. Segundo, porque es posible que Harambe se ahogara en el foso si estaba inmovilizado en el agua”.
La mayoría de los grupos defensores de animales argumentan que han existido casos anteriores en que algún niño cayó a la fosa de algún Gorila y estos se mostraron tranquilos e incluso protectores. Tal es el caso de Jambo, un gorila del zoológico de Jersey, UK, quien se acerca tranquilamente a revisar a un niño de 5 años que había caído al foso y estaba inconsciente, para luego alejarse en cuanto el niño despertara y comenzara a llorar. Este momento lo aprovechan los rescatistas para sacar al niño. El segundo caso que se menciona es el ocurrido en el zoológico de Brookfield, USA, cuando un pequeño de 3 años vuelve a caer inconsciente en la fosa de los gorilas. Esta vez una gorila hembra de nombre Binti cargó al niño junto a sus bebés gorilas y lo llevó hasta la puerta de los cuidadores, donde estos lo tomaron sano y salvo (Jane Goodall observa que, a su parecer, Harambe estaba por rodear al niño con sus brazos, al igual que Binti, pero ya no ahonda en esto).
Es importante señalar que dichos casos tienen en común a un niño inconsciente, por lo que probablemente los gorilas no se hayan sentido intimidados. Con Harambe, el niño estaba plenamente consciente y aunado a la agitación de los visitantes era muy probable que el gorila presentara señales de estrés y lastimara al niño aun sin una intención real de hacerlo.
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Como dije más arriba, quiero pensar que quienes tomaron la decisión de disparar a Harambe lo hicieron pensando que era lo mejor para todos. Y si elijo pensar esto es por dos razones: porque me veo frente a una tragedia en la que no sirve de nada lanzar culpas, y porque trato de ser comprensiva con ellos. Algo terrible ha pasado pero espero no ser la única que tome esto para reflexionar respecto a la posición en la que estamos y el lugar al que podemos llegar, para esto me parece importante analizar la escena completa: ¿por qué un niño de 5 años pudo entrar a la fosa del gorila? Y no me refiero a la mala vigilancia parental, me refiero a las prioridades de los zoológicos (¿estética sobre seguridad?), y ultimadamente ¿cuál es la necesidad de los zoológicos?
En la actualidad los zoológicos justifican su existencia con actividades de conservación, difusión, educación ambiental, investigación y recreación. Tan sólo en los zoológicos de la Ciudad de México se ha logrado, por lo menos, preservar poblaciones de animales en riesgo como el Lobo Mexicano, el Panda Gigante, el Ajolote, entre otros. Mientras esto es cierto, hay quienes dicen que el cautiverio nunca podrá reproducir las condiciones del entorno natural para cada especie, cosa con la cual concuerdo absolutamente. Sin embargo, cabe recordar que, muchas de las especies que se mantienen en cautiverio (o específicamente en zoológicos), están ahí porque su hábitat se ha visto amenazado directa e indirectamente, por actividades del hombre (carreteras, centros comerciales, asentamientos irregulares, contaminación) o por otros fenómenos naturales, aunque las causas en esta segunda categoría no tienen el mismo impacto que las de la primera.
¿Los zoológicos son un mal necesario? Evidentemente son un mal porque estamos decidiendo encerrar especímenes que tienen derecho a una vida libre; necesarios no creo, me parece que la reproducción en cautiverio es más exitosa en espacios menos limitados, al igual que la investigación. Sin embargo hay que atenerse a la labor de divulgación, no se ama, ni se cuida, lo que no se conoce; no es lo mismo ver un tigre en fotografías que en vivo y hace mucha falta retomar contacto con la naturaleza, enseñar a apreciar toda la gama de seres vivos existentes para contagiar las ganas de cuidarlos.
Frente a este caso creo que lo más importante es reflexionar acerca de la necesidad de los zoológicos ¿Valdrá la pena seguir promoviendo su existencia? ¿No podemos abogar por la construcción de otro tipo de actividades que acerquen a las personas a la vida salvaje sin sacrificar tanto la comodidad y libertad de los animales? Hace mucha falta que los expertos se manifiesten y opinen.
Y para los que se plantean un enfoque práctico y busquen una manera de ayudar a los gorilas u otras especies de primates, les comparto el enlace al sitio Honoring Harambe, propuesto por el zoo de Cincinatti, y a la fundación Jane Goodall, más abajo.

Fuentes y otros sitios de interés:

Dónde ayudar: